“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” Lucas :62
Esta es la respuesta que Jesús le da a uno de los tres varones que querían seguir a Jesús. El primero estaba entusiasta y presuroso, pero su actitud no provenía de una entrega total al servicio del Reino de Dios, sino más bien a tener una pronta recompensa de fama y buenaventura al estar con Jesús. No había amor en él. El segundo tenía prioridades ya establecidas de antemano y, que Jesús le invitara a seguirle, le provocaba un desajuste en sus planes personales. No estaba dispuesto a dejar sus asuntos en manos de Dios, debía él mismo asegurarse de que todo en su vida resultara como lo planeó. El Tercero, en quién nos enfocamos hoy, está dispuesto a ir con Jesús, pero su corazón está en otro lugar. Estaba por dar un servicio tibio y la tibieza es una de las cosas más peligrosas en la vida cristiana. La tibieza es la carencia de fervor en el amor con el que se hacen las cosas. Es un relajo espiritual. Es aridez frente a las cosas de Dios.
Los sintomas de la tibieza son: desaliento, indiferencia. La persona se conforma poco a poco con las ideas mundanas y asume poco a poco actividades y costumbres del mundo. Siente gran disgusto cuando le invitara a hacer algo relacionado con la vida espiritual o la iglesia. Si llega a hacer algo para la iglesia o “para Dios” lo hace sólo para preservar “su buen nombre”, por “el qué dirán”, llevará poco a poco un cristianismo de apariencias. Siente horror ante el sacrificio: todo lo que implique renuncia, esfuerzo o lucha queda descartado de su agenda. Por último, la persona se siente tranquila como está.
Al responder Jesús a este varón lo que leíamos en la cita bíblica, si lo parafraseamos a nuestro tiempo sería algo como: Si alguien como tú, que tiene su corazón en otro lado, quiere andar en este camino de santidad, amor y dominio propio, sin poner atención en lo que está haciendo, no lo acepto. No es un aporte.
Las personas tibias son ociosas, débiles, de poco ánimo y/o carnales en todo su comportamiento y en sus relaciones con la iglesia. Cuidemos nuestro andar. Si has puesto tu mano en el arado, no puedes mirar a otro lado, pues tu surco será torcido. No llegarás a buen término en ese modo de andar. Necesitamos reflexionar acerca de en qué estamos ocupados y donde está nuestro horizonte.
“…puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe..” Hebreos 12:2
Nuestro servicio no puede ser tibio o mediocre. Cristo mismo puso las condiciones del servicio en Lucas 9:23-27:
1.- Negarse a sí mismo
2.- Cargar la cruz cada día
3.- Estar dispuesto a gastar la vida en el Reino de Dios, consumirla en servicio a Él.
Dios les bendiga, saludos en Cristo Jesús de su hermana Alba Chávez Toro.