Editorial de abril de 2025 – Año 6, mes 4

EL CRISTIANO COMO SOLDADO DE CRISTO

La armadura de Dios

Texto de Referencia :  2º de Timoteo  Cap. 2 versos 3 y 4

El apóstol Pablo, uno de los grandes pioneros y dirigentes de la primera iglesia, comparó la vida del cristiano a la del soldado. Sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo, escribió al joven Timoteo. Cuando alguien se alista en el ejército en tiempo de guerra, sabe que irá a combatir. Si quiere sobrevivir, se toma la instrucción seriamente. Aprende todo lo que puede sobre sus armas y se adiestra en su manejo.

En la época de Pablo, el Imperio Romano gobernaba el mundo conocido y la armadura y las armas de las legiones romanas eran lo último en materia bélica. Para librar nuestra guerra espiritual, Dios nos ha provisto de algo mucho más eficaz incluso que el armamento moderno de avanzada tecnología: armas espirituales. Las armas de nuestra milicia no son carnales no son de este mundo, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, o como dice la Biblia, son capaces de arrasar fortalezas, es decir, las fortalezas espirituales que el Diablo intenta levantar en la mente y el corazón de las personas.

Por eso aconsejó Pablo a los primeros cristianos: Tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu.

Al analizar con mayor detalle el significado de esos versículos:

Al aceptar a Jesús, te pusiste el yelmo de la salvación. Esa es una pieza de la armadura que jamás podrás quitarte ni perder. Una vez que pides a Jesús que entre en tu corazón eres Suyo para siempre. Por mucho que el Diablo te ataque, nunca podrá vencerte ni recobrarte.

La coraza de justicia, de la rectitud. La justicia que es de Dios, por la fe. Aunque hayas recibido a Jesús, no eres perfecto ni justo. Todavía tienes defectos y cometes pecados. La diferencia radica en que el sacrificio hecho por Jesucristo en la cruz y la sangre que derramó por ti te otorgan remisión de todos los pecados. Al confesarle tus faltas y errores y aceptar por fe Su perdón, te vistes de Su justicia. De modo que cuando el Diablo te acuse recordándote todos tus pecados y debilidades, puedes devolverle el golpe admitiendo que en efecto eres pecador, pero Jesús te ha perdonado y te ha concedido Su justicia.

Cuando hablas de Jesús y compartes Su amor, predicas el Evangelio de la paz. Por sorprendente que parezca, ésa es una eficaz protección: Dios bendice a quienes divulgan las buenas nuevas. Al impartir a los demás las divinas Palabras de amor, éstas arraigan más firmemente en tu corazón y en tu vida. Al fortalecer a otros, tú mismo te haces más fuerte.

¿Qué nos protege de las mortíferas mentiras del Diablo? La fe, Estudiando la Palabra de Dios y aplicándola en tu vida cotidiana, tu escudo de la fe se hace más resistente, hasta convertirse en un campo magnético que te envuelve y que el enemigo de tu alma no es capaz de penetrar. Eso no significa que nunca vayas a librar batallas; pero cuando lo hagas, no sucumbirás totalmente. Ello obedece a que tienes fe en las promesas que te ha hecho Dios en la Biblia, en el sentido de que siempre estará contigo y te ayudará a salir adelante pase lo que pase.

Por último aunque no por ello menos importante dispones de un arma ofensiva, la Palabra de Dios, la espada del Espíritu, que es viva y eficaz. Imparable Cuando Satanás te presente batalla en la mente y el corazón, procurando asestarte un golpe mortal mediante la desazón, el pesimismo, la confusión, la desesperación que producen las presiones, la preocupación o cualquiera de sus tácticas, tu única esperanza es lanzar una contraofensiva. Desenvaina la espada del Espíritu. Echa mano de un versículo o de una promesa y aférrate a ellos. Eso hizo Jesús cuando el Diablo lo tentó al comienzo de Su ministerio en la Tierra. Se limitó a citarle las Escrituras: Escrito está. El Diablo no es capaz de hacer frente al poder de la Palabra de Dios, y siempre huira ante ella.

En el libro de Efesios Capitulo 6 verso 13 en adelante, el apóstol Pablo hace una tipificación de las armaduras de Dios a las Armaduras que un soldado debía colocarse en tiempos de guerra:

pongámonosla para estar preparados para salir y hacer frente al enemigo, que como es natural, luchará contra nosotros a cada momento para evitar que recibamos cosas de Dios. Es un enemigo tan poderoso que no hay ninguna fuerza natural con que se puedan combatir sus ataques. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

  1. Tomad toda la armadura de Dios. No es necesario que fabriquemos esta armadura; Dios ya lo ha hecho. Solo tenemos que tomarla. Las Escrituras dicen que tenemos que tomarla para resistir en el día malo, es decir, los días en que más nos ataque Satanás, lo cual puede suceder en cualquier momento, ya que la guerra es continua. Y luego, habiendo acabado todo, estar firmes. Estar firmes quiere decir mantenernos en nuestro terreno, sin rendirnos ni huir.

Pero con esta armadura que nos da el Señor estamos perfectamente equipados para resistir los ataques más feroces.

  1. Ceñidos vuestros lomos con la verdad, es decir, con sinceridad. La verdad es el cinturón que ciñe y ata las vestiduras sueltas para que no le estorben al soldado cristiano cuando tiene que luchar. La sinceridad es absolutamente necesaria para estar firme en la fe, porque estamos tratando personalmente con el Señor mismo, y cualquier falsificación o subterfugio es inmediatamente desenmascarado por el espíritu de Dios.
  2. Y vestidos con la coraza de justicia. Está claro que el corazón debe estar limpio para recibir cosas de Dios; cualquier pecado sin confesar supondrá un obstáculo para la fe. Cualquier cosa que no hayas sometido a Dios surgirá ante ti y te acusará en un momento de prueba. No dejes que esto te desanime, porque Dios no pide perfección. El solo pide que pongamos nuestra voluntad de Su parte y que nos esforcemos de todo corazón lo mejor que podamos. Aquí es donde muchos tropiezan y dicen: Lo que pasa es que yo no soy lo suficientemente bueno. Puede que otros sean dignos, pero yo no. Y sin embargo en sus corazones tienen un profundo deseo de obrar el bien y un gran anhelo de agradar al Señor. Lo único que Él pide es una sumisión perfecta, una entrega total, y que hayas entregado todo en Su altar, entonces Él se encargará de todo lo demás
  3. Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Esto se refiere al calzado que usaban los soldados de aquella época, y es un símbolo de estar preparado y dispuesto para la marcha. El soldado cristiano debe estar preparado en todo momento para hacer y sufrir todo lo que Dios quiera.
  4. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. La Palabra de Dios dice: Es, pues, la fe la convicción de lo que no se ve. La fe es una actitud del corazón con la que llamas a las cosas que no son como si fuesen, tal como dice la Palabra de Dios en Romanos 4:17: Dios, el cual da vida a los muertos, y llama a las cosas que no son, como si fuesen, Si le pedimos a Dios que nos deje ver antes de creer, eso no es fe, sino incredulidad, Pero la actitud del hombre natural hacia Dios es que, aunque acepta la palabra del hombre, se niega a creer en Dios de la misma manera. ¿Por qué será que si un hombre nos hace una promesa, le damos las gracias en el momento en que nos la hace, cuando todavía no tenemos la menor evidencia de que la va a cumplir, y sin embargo no estamos dispuestos a darle gracias a Dios por Su promesa antes de ver la respuesta?,

Las escrituras dicen en Hebreos 11:1: Es, pues, la fe la convicción de lo que no se ve. Del mismo modo que tu mano física se extiende para tomar las cosas, la fe es la mano espiritual que se extiende y agarra las promesas de Dios y se apropia de ellas, La fe no es algo grandioso, un sentimiento glorioso o una sensación maravillosa como muchos piensan, sino que es simplemente tomar al pie de la letra la Palabra de Dios. La fe dice amén a todo lo que Dios dice.

 

Comparto algunas citas bíblicas muy importantes como referencia al tema:

2ºTimoteo 2:3
2º Corintios 10:4
Efesios 6:13–18
Filipenses 3:9
1 Juan 1:7
Hebreos 4:12

Mateo 4:1–11

Atte.
Pastor Presbítero
John Beiza Espinoza – Iglesia Evangélica Malloco.

 
 
 
Santiago 13 de Marzo 2025